Yo no vi nada –respondió la Televisión–

El Diccionario intervino. – Nunca sabes nada Televisión. Lo que yo vi es que se levantó, tomó unos centavos y salió de la casa. Entre dientes dijo el nombre de un periódico local, todos sabemos que nunca ha leído, es más, yo llevo quince años de conocerlo y ni siquiera lee la fecha de caducidad de la leche. Algo pasó ayer en la noche. Yo escuche sonar su celular, hablaba con un hombre y luego le comunicó a una mujer. Le dijo su nombre, por el segundo. Rigoberto. ¿se llama Rigoberto?

El Reloj tenía una opinión – Ese no es su segundo nombre, es el tercero y la única persona que sabe que se llama así es… bueno no importa quién es. Seamos pacientes, no caigamos en la desesperación. Pronto volverá con otra botella de ron barato y se sentará a cambiar cientos de veces la perilla gastada del Radio. ¿Han visto como con su cabeza se lamenta de no encontrar la voz que busca? Siempre busca. 

– Para ti es muy fácil ser paciente. Eres un Reloj. Para mi es efímero. ¿Cuántos segundos haz visto caminar en tus brazos? En cuanto a Rigoberto, estoy seguro que tu sabes lo que le dijo quien sea que le haya llamado.  Lo sé porque desde la cocina se veía que estaba a tu lado. De una buena vez dinos quién llamó y qué es lo que quería. Qué dijo para que saliera muy temprano a comprar el periódico. EL Radio concluyó su intervención.

La Lámpara rescató al Reloj.  -Ahora que lo pienso no hay mejor fuente para saber que el Celular, sal de tu escondite y dinos quién era esa persona que llamó ayer.

De pronto la sombra de Rigoberto estaba frente a la puerta. Desde adentro se veía su silueta. Tenía en sus manos el periódico de nota roja, se escuchó como sacaba las llaves del pantalón, en sincronía, el Celular sonó con un tono monofónico y el identificador de llamadas decía “Su Majestad”.