
La primera pinche vez que fui al Vive Latino tenía 13 años y el boleto costaba $200.00, también recuerdo que, aquella vez pasé por las gradas y había un tipo como de 20 años con un cartel que decía: “Busco novia solo para hoy”, fui al baño y al regresar el tipo ya se estaba besando con una doncella… en ese momento dije, “A huevo, este evento está chingón, el próximo año traeré mi cartulina con el mismo mensaje”.

La carne gruesa de 250 grs. se arroja a las brazas que forman el carbón, enseguida se pone a un lado el tocino, grueso, con mucha grasa… cuando la carne llega al término medio se coloca queso Oaxaca sobre ella y antes de que comience a fundirse se pone sobre el pan de “feria” salpicado con ajonjoli, previamente se unta con mayonesa genérica, chipotle y se acompaña de una cama de lechuga sin desinfectar. Para finalizar se unen todos los ingredientes dentro de tu boca, ruegas porque no se desborde, masticas y tragas. Una maravilla, un monumento… podrá verse asquerosa como una obra de arte moderno, pero les aseguro que tiene todo el sabor de una pieza de Van Gogh.

Un grupo de minusválidos pasaron a un lado, la gente les hacía camino y los miraba como preguntándose… “¿si ellos tienen una zona especial donde pueden ver el concierto, para qué vienen?” y yo solo encogía mis hombros, pensando en que las personas discapacitadas también pensarían… “¿creen que por no poder caminar no podemos ir hasta adelante para ver a El Gran Silencio?” también encogí los hombros y supuse que ambos tenían razón, así que lo mejor era quitarse de allí para no recibir golpes en las espinillas.

El señor que comandaba al grupo de personas discapacitadas parecía totalmente funcional hasta que comenzó a sonar el Chuntaro Style y ahí mostró que se puede bailar con una sola pierna mientras sostienes tu prótesis con una mano.
El tipo brinca como si fuera la última vez que lo hará, siente que algo se cae de su bolsa, pero piensa que bailar con música acelerada y llena de acordes repetidos a distintas velocidades le ocupa más en ese momento, siente que le falta un bulto en la bolsa del pantalón, toca con su mano un costado y solo siente su pierna, ya no tiene su celular, un vacío lo invade y se siente desesperado, la música pasa a segundo plano y grita… “ora culeros mi celular”, mientras que una manada de personas pisa el aparato, brincan sobre el celular de marca gringa, pero hecha en Taiwan, el hombre se agacha y recoge el dispositivo, lo levanta más allá de su cabeza y mira la pantalla estrellada, lo enciende, entra a una aplicación y abre una foto… son unos pechos hermosos; grandes, con los pezones firmes, se ven duros como una piedra y piensa que nadie vio la foto… presiona el botón de apagar, sonríe y grita: “¡a huevo! “, la música sigue y las erecciones también.
Me gusta creer que no existe edad para ir o dejar de ir a un concierto, es como si pensáramos que existe una edad para tener sexo y otra para ya dejar de hacerlo, follen y ya, canten y ya… Ténoch C.
Gracias por seguirme, leer y compartir.
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