Luego el metro se detuvo

Estaba parado delante de la línea amarilla en el andén de Tacubaya, una señora golpeó mi codo, mi codo cumplió las leyes de la física y mi celular cayó a las vías del metro.
La desgracia no pudo ser peor, un celular seminuevo con información importante y fotos inapropiadas, pero utiles para mi, se encontraba acostado en los durmientes de madera.
Para toda mi generación era una tragedia, fue como ver mi mano derecha tirada y a punto de ser aplastada.

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Dejar de evitarte este 14 de febrero

Hace 8 días y 3 años me sumergí en el metro. Pasé por las 12 líneas y los cientos de vagones, dormí en el suelo, a veces en los asientos y otras tantas en las escaleras.

Durante este tiempo estuve entre conocidos y vendedores, había otros como yo pero nunca llegué a conocerlos y entre tanta gente decidí perderme en tus recuerdos, fue por voluntad propia.

Escribía en los letreros del metro y discutía con la bocina que anuncia la siguiente estación, siempre la siguiente. Sigue leyendo

Es por salud mental

El inicio de su semana estuvo lleno de insomnio. Varias personas le habían contado sus sueños. 
Algunos le relataron los sueños extraños que habían tenido él. Escuchó de todo. 
En algunos lo secuestraban y lo encontraban en un hotel con una desconocida.
Otros, lo besaban. Buscó el significado de todos esos sueños, sólo por asegurarse que no representaban algo malo.

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Sonidos monofónicos

¿viste lo que le pasó? –dijo la Lámpara

Yo no vi nada –respondió la Televisión

El Diccionario intervino. – Nunca sabes nada Televisión. Lo que yo vi es que se levantó, tomó unos centavos y salió de la casa. Entre dientes dijo el nombre de un periódico local, todos sabemos que nunca ha leído, es más, yo llevo quince años de conocerlo y ni siquiera lee la fecha de caducidad de la leche. Algo pasó ayer en la noche. Yo escuche sonar su celular, hablaba con un hombre y luego le comunicó a una mujer. Le dijo su nombre, por el segundo. Rigoberto. ¿se llama Rigoberto?

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Que piense diario en ti no significa buscarte

PARTE I (CREANDO EL SPAM)

De pronto supe que era buena idea. Compré tres ramos de cien rosas en la Central de Abastos, uno rojo, otro blanco y uno rosa. No sé cómo carajos llevé tantas rosas en un compacto de dos puertas. Le llamé a mi amigo, el de la imprenta, le pedí una lona de emergencia. Fue tan barata que ni siquiera discutí el diseño. En la Alianza compré dos copas y un Mumm Brut. Las rosas acomodadas en forma de luna menguante y en medio, la botella y las copas chocaban en armonía.  Todo estaba listo. Sigue leyendo