Querida vecina.
En algún lugar leí que; Nombre es destino. Espero que el tuyo pueda deletrear el mío.
Ténoch C.
Era una tarde lluviosa en Coyoacán, un escenario que siempre aparece en los cuentos de amor más trillados. Manejaba hacía una cantina con facha de restaurante, pero la lluvia parecía oponerse a que llegaramos, así que nos metimos al primer sitio que vimos abierto. Nos urgía platicar y mirarnos de frente.
Entramos a un lugar a media luz y pedimos tacos, mismos que acompañaron a los limones a medio exprimir que a su vez vigilaban un par de cervezas. Sigue leyendo