Nací con un extraño talento para echar a perder todo. En el amor no es la excepción. Cuando tenía quince, conocí unos ojos color miel.
Me encantaba su cuerpo, a esa edad todos deseamos, queremos, pocos pueden. Me enamoré tanto que le escribía cartas, decían tonterías, cosas sin sentido. Sigue leyendo